No me lluevas que tengo frío

No me lluevas que tengo frío. No me digas que hoy no hay cena. Que tengo. Hambre. Y sed. Cántame otra vez eso que tú sabes. Esa que tú te sabes. Lo que sabes que me provoca ese escalofrío. Esta noche tan noche es demasiada noche para tan poca oscuridad. Este frío no es lo bastante helado como para llegar a helar. Tanto miedo al calor me está agobiando. Y tengo. Frío. Cántame, cántame. Que ya todos lo saben. ¿Quién falta por saber el secreto? Yo creo. Nadie. ¿Tú? El frío me hiela. Hay demasiados centímetros de nieve allá afuera. Las cortinas la esconden y aunque creas que no está, moja el jardín. ¿De dónde crees si no que procede este viento helado? No sabes que se cuela por entre la pesada tela. No intentes cerrarlas más. Canta, canta. Cántame. ¿Escuchas la música? También ha entrado. Viene de la mano del frío. Quiero saber qué y quién dejan escapar esa música. Qué pequeño genio enamorado del calor deja llover las notas sobre la nieve. Qué blanca espesura. Qué pena que no la veas. Otra vez. La música. ¿Es real? Yo creo. Que sí. ¿Existe algo más frío? Existe algo más frío.

¿Cantas? ¿Cantas? ¿Me cantas?

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